Joaquín está dedicado a la conversación durante la hora que dura. No la interrumpe para dar instrucciones a sus empleados, ir a mirar por qué llora un bebé o echar un vistazo al móvil. Está a lo que toca. Nos sentamos junto a la cocina, donde se está preparando la comida de hoy mientras nos envuelve un dulce aroma a puerro cocido. Hay algo en el lugar que lo acerca más a una casa que a un colegio.